lunes, 9 de marzo de 2009

Girl Power


Hace más de un mes que regresé de Europa. En un mes pueden pasar muchas cosas. También es verdad que hay meses en los que nada trascendente ocurre.

Marzo del 2009 no fue el caso. Rápidamente me vi obligada a superar mi jet lag, ya que la misma semana de mi llegada tuve que lidiar con burócratas mexicanos, atender la enfermedad de mi perro, terminar de llenar las solicitudes de dos convocatorias de guión, pasear con mis amigas que estaban de visita en la ciudad, y por si esto no fuera poco, tuve que convertirme en enfermera de la noche a la mañana. Así como lo escuchan.
Mi marido, quien no se percata de que ya no es ningún jovenzuelo para andar jugando cascaritas, hace un par de semanas decidió participar en un partido de futbol. Ese día yo había ido a ver la película"El Che" de Soderbergh. No despegué la vista de la pantalla ni un minuto. No soy una gran admiradora del cine de este director, creo que está sobrevalorado, pero debo decir que la primera parte de este proyecto me gustó. Benicio del Toro está grandioso en este papel.
Regresé del cine muy satisfecha, todavía pensando en la fotografía tan interesante del film, y el increíble parecido de Benicio con el Che; cuando, al abrir la puerta de mi departamento, supe que algo andaba muy mal. Mi marido yacía acostado en el sofá, con un yeso que le llegaba hasta la rodilla. "Lo siento, salté para dar un cabesazo, y cuando caí se me dobló el pie. Pero metí un gol" Confieso que mi primer impulso fue sentir compasión por él. Le debía estar doliendo mucho, y , después de todo, los accidentes pasan cuando uno menos se lo espera.

Al décimo día de estarlo cuidando, mi compasión se había agotado por completo.

Lo sé, soy una mala persona. Si el infierno existiera, yo me iría directito a él, sin escalas en el purgatorio.

Mi marido no podía hacer nada por si mismo. ABSOLUTAMENTE NADA. ¿Saben lo que les quiero decir? Significa que yo tenía que levantarme, pasear al perro, regresar, hacer el desayuno, poner la mesa, recoger la mesa, lavar los trastes, ayudarlo a ducharse, ponerle la ropa, calentar el agua para su terapia; para después poder ducharme yo y posteriormente ir al súper, regresar a hacer la comida, poner la mesa, recoger la mesa, lavar los trastes, pasear al perro, ir a la lavandería, hacer la cena, poner la mesa, recoger la mesa, lavar los trastes, pasear al perro de nuevo. Todo esto cuando no había alguna actividad extra, como llevar al perro a la veterinaria, pagar la luz o el teléfono.

Mientras corría de una actividad a otra me preguntaba: ¿Será que todo lo del Talent Campus en Berlín fue solamente un sueño? ¿Estaré dentro de una de esas comedias de Hollywood, dónde el personaje despierta y toda su vida ha cambiado radicalmente? Si ese era el caso, sólo rogaba que no me encontrara en "El día de la Marmota". Pero los días pasaban y yo seguía en la misma situación. Mi día consistía en levantarme, pasear al perro, regresar, hacer el desayuno, lavar los trastes, ETCETERA, ETCETERA, ETCETERA.

Pero como en toda película de Hollywood, donde los personajes son puestos en determinada situación para aprender algo, toda esto me llevó a ver las cosas claramente. No se si habrá sido el olor de los químicos que utilizo para lavar el baño, pero puedo decir que tuve un momento de iluminación. Mientras raspaba el sarro de los azulejos de la ducha, me di cuenta de que esa no era mi vida. Y de lo feliz que estaba de que esa no fuera mi vida. Y me puse a pensar en todas las generaciones que tuvieron que pasar para que la mujer dejara de ser simplemente un ama de casa al servicio del hombre, todas las mujeres que lucharon por hacer valer los derechos del sexo femenino, todas las mujeres que se atrevieron a decir que también tenían una cabeza pensante, todas las mujeres que se rebelaron y se siguen rebelando ante las etiquetas que la sociedad les impone.

Toda la sabiduría que te puede brindar Maestro Limpio...

Para esas mujeres, que no se conforman, que cada día me inspiran a ser mejor y realizarme como persona; para esas mujeres que se rebelan ante los roles que la sociedad les impone; para las mujeres que deciden ser madres y esposas por convicción y no porque eso es lo que toca; para esas mujeres que saben que no necesitan un hombre a su lado para validarse como personas, una felicitación muy pero muy atrasada por el Día Internacional de la Mujer.

Mi marido ya puede caminar. Yo he vuelto a mi rutina de la escritura. Pero de toda esta experiencia, he aprendido algo. Ahora sé que siempre que necesite recordar quien soy yo, me pondré a limpiar con químicos en espacios poco ventilados.











2 comentarios:

Unknown dijo...

Siempre hay puntos de vista, algunos, como el que te copio más abajo (que me llegó en una cadena de internet), me siguen asustando...es que supongo que no hemos acabado de entender en qué consiste la liberación de la mujer, y que va de derechos y no de esclavitudes, vengan de donde vengan. En fin...

MONÓLOGO DE LA MUJER MODERNA

Son las 6,00 a .m. El despertador no para de sonar y no tengo fuerzas ni para tirarlo contra la pared. Estoy acabada.

No quiero ir al trabajo hoy, quiero quedarme en casa, si tuviera un perro, lo pasearía por los alrededores. Todo, menos salir de la cama, meter primera y tener que poner el cerebro a funcionar.

Me gustaría saber quién fue la bruja imbécil que tuvo la maravillosa idea de reivindicar los derechos de la mujer y, sobre todo, por qué hizo eso con nosotras, que nacimos después de ella.

¡Todo tan bien en el tiempo de nuestras abuelas! Ellas se pasaban todo el día bordando, intercambiando recetas con sus amigas, enseñándose mutuamente los
secretos de los condimentos, trucos y remedios caseros, leyendo revistas de modas, decorando la casa, podando árboles o plantando flores y educando a sus hijos.
Y después se puso mejor, teníamos servidumbre, llegaron el teléfono, las telenovelas, la píldora, el centro comercial, la tarjeta de crédito, y ahora el Internet.

... Hasta que vino esa idiota 'liberada' -a la que, por lo visto, no le gustaba el corpiño-
a contaminar a varias otras rebeldes tan idiotas como ella con ideas raras como 'vamos a conquistar nuestro espacio'. ¡Qué espacio ni qué mierda!

¡Si ya teníamos la casa entera para nosotras! ¡Todo el barrio era nuestro y el mundo estaba a nuestros pies! Teníamos el dominio completo sobre los hombres; ellos dependían de nosotras para comer, para vestirse y para quedar bien delante de
sus amigos.

Y, ahora, - ¿dónde carajo están? Ahora ellos están confundidos, no saben qué
papel desempeñan en la sociedad y huyen de nosotras como de la peste. Ese chistecito, esa puta gracia, acabó llenándonos de obligaciones que antes hacían ellos. Y, lo peor de todo, acabó lanzándonos dentro de la soltería crónica aguda.

Antiguamente los casamientos duraban para siempre y ahora hasta firmamos capitulaciones matrimoniales.

¿Por qué,-¿díganme por qué, un sexo que tenía todo lo mejor, que solo necesitaba ser frágil y dejarse guiar por la vida, comenzó a competir con los hombres?¿A quién carajos se le ocurrió tal cosa?

Estaba muy claro, eso no iba a terminar bien. No aguanto más ser obligada al ritual diario de estar flaca como una escoba, pero con tetas y culo duro, para
lo cual tengo que matarme en el gimnasio, además de morirme de hambre, ponerme hidratantes, antiarrugas, padecer complejo de radiador viejo tomando agua a todas horas, y demás armas para no caer vencida por la vejez, maquillarme impecablemente cada mañana desde la frente al escote, tener el pelo impecable y no atrasarme con las mechas (las canas son peor que la lepra), elegir bien la ropa, los zapatos y los accesorios... no sea que no esté presentable para esa bendita reunión de trabajo.

Hoy tengo que salir corriendo para quedarme embotellada en el tránsito; resolver las cosas por el celular, correr el riesgo de ser asaltada o de morir embestida por un bus u otra loca liberada que corre a su oficina igual que yo; instalarme todo el día frente al PC trabajando como una esclava (moderna, claro está), con un teléfono en el oído y resolver problemas uno detrás de otro, que, por lo demás, ni siquiera son mis problemas. Todo para salir con los ojos rojos (por el monitor, porque para llorar de amor no hay tiempo).

¡¡Y mira que antesteníamos todo resuelto! Hoy estamos pagando el precio por estar siempre en forma, sin estrías, depiladas, sonrientes, perfumadas, uñas perfectas, y ni hablar de que hay que tener un currículum impecable, lleno de diplomas, doctorados y especialidades.

Nos volvimos 'supermujeres'. ¡¡¡al carajo!!! ¿No era mejor, mucho mejor seguir tejiendo en la silla mecedora?

¡¡¡Basta!!! Quiero que, de ahora en adelante, un hombre me abra la puerta para que yo pase, que me abra la puerta del auto para sentarme a su lado mientras el conduce, que corra la silla cuando me voy a sentar, que me mande flores y cartas con poesías.

¿Qué necesidad teníamos de toda esta liberación? Nosotras ya sabíamos que teníamos un cerebro y que lo podíamos usar pero ¿Para quéeeee había que demostrárselo a ellos?

Ay, Dios mío, son las 6:30 a.m.. y tengo que levantarme... ¡Qué fría está esta solitaria y grandísima cama! Ahhh... ¡Cómo quiero tener un maridito que llegue
del trabajo, que se siente en el sofá y me diga!:

- 'Mi amor,- ¿me traerías un whisky por favor? o - '¿qué hay de cenar?'

Descubrí que es mucho mejor servirle una cena casera al marido, que atragantarme solitaria con un sándwich y una Coca-Cola Light mientras termino el trabajo que me traje a casa. ¿Piensan que estoy ironizando? No, mis queridas colegas inteligentes,
realizadas, liberadas...y pendejas abandonadas. Estoy hablando muy seriamente y renunciando a mi puesto de mujer moderna.

¿Alguien más se suma? Porque para colmo de males con tanta liberación y seguimos cocinando.

Hasta otra oportunidad.

K dijo...

Hoy, en mi primer día libre después de muchos de prisa me topé con que has vuelto a escribir. Qué bueno Lore, me gusta leerte. Brindo por el girl power sincero y desde adentro! No abandones a tus lectores, anda.