martes, 15 de diciembre de 2015

Semana 14. Las Mafias de Mamás. Parte II


Obviamente, las represalias de la Mafia Natural no tardaron en llegar...

Después de escribir la entrada pasada, mientras paseaba a mi perro, la rama de un árbol estuvo a punto de golpearme en la cabeza de manera fatal. Esta Mafia falló por treinta segundos y unos cuantos centímetros, y el pesado tronco fue a caer en el cristal trasero de un auto estacionado, haciéndolo añicos.

No puedo evitar pensar: ¿Si de esto es capaz un grupo de madres hippies de qué no será capaz la siguiente Mafia?

El grupo del que hablaré el día de hoy cuenta con muchos recursos económicos y lo único que me deja tranquila es que piensen que no represento peligro alguno para su organización. Mi blog no aparece ni en el suplemento Club ni en la revista Quién. No pertenezco a su círculo lo que significa que para ellas soy invisible.

Me refiero a la "Mafia de las Niñas Bien de Toda la Vida" y a diferencia de la Mafia Natural, ellas no intentan convencerte de su filosofía, al contrario, es un grupo muy exclusivo al cual es muy difícil tener acceso ya que no solamente basta con tener dinero; no, nuevas ricas no se confundan. Si creen que una bolsa Louis Vuitton y comer en los mismos restaurantes puede asegurarles la inclusión a estas células, están muy equivocadas. Es necesario haber sido su amiga "de toda la vida" y pertenecer a una familia bien y rica "de toda la vida".

¿Qué las distingue? Bueno, para ellas, la maternidad es algo que se da por hecho. Como el matrimonio. O el club. O la misa del domingo. O el dinero.

En el mismo instante en que se enteran que están embarazadas, ellas programan su cesárea. No quieren tener nada que ver con el sufrimiento y si es posible ir agendando la cirugía de boobies y liposucción para después del nacimiento, mucho mejor.

Amamantar está completamente fuera de la discusión ¿en qué año estamos? Para eso existe la fórmula y las mamilas.  Siguen realizando sus rutinas deportivas en el gimnasio hasta días antes de su cesárea programada. De hecho, si las miras de espalda, es muy probable que aunque se encuentren en el noveno mes de su embarazo ¡la panza ni siquiera se les note! Son muy estrictas con su alimentación y siempre las verás con el cabello y las uñas impecables.

"Dan a luz" en el hospital de moda, que no es necesariamente el mejor pero si el más caro.

Tienen una empleada doméstica, a veces una por cada niño, la cual es siempre morena y de rasgos indígenas. Ellas dicen que las tratan muy bien, siguiendo los preceptos del colegio católico al que asistieron e incluso llegan al colmo de la bondad cuando las llevan de vacaciones con toda la familia. Obviamente, es la familia la que disfruta las vacaciones, la chica va a trabajar cuidando a los niños para que esta madre pueda descansar de su agotadora rutina.

Respecto a los viajes, ellas no solamente llevan a la empleada doméstica a la playa o a Tapalpa, no. Su caridad cristiana tiene límites insospechados. Son capaces de pagarle la visa a Estados Unidos para llevarla a cuidar a los niños cuando van a Disneyland.

Conozco a una madre tan buena, la cual se iba a vivir a los Estados Unidos, que cuando el Consulado les negó la Visa a sus dos empleadas domésticas, ella no dudó un minuto y pagó los gastos del Coyote para que pasara a las chicas al país vecino de manera ilegal. Lamentablemente la historia no terminó tan bien, ya que esta pobre madre tuvo que cuidar ella misma a sus propios hijos mientras las chicas realizaban el penoso trayecto al otro lado y no solamente eso... cuando por fin llegaron estaban en muy malas condiciones de salud ¡y ella misma tuvo que cuidarlas! Después se negaron a trabajar gratis para cubrir los gastos del Coyote y escaparon de la casa. Pobre madre.

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Tuve que salir corriendo de la oficina. Un temblor sacudió la Ciudad de Guadalajara. Debo irme, parece que esta Mafia es mucho más poderosa de lo que anticipé.







miércoles, 9 de diciembre de 2015

Semana 13. Las Mafias de Mamás. Parte I

Estoy consciente de que me arriesgo al hablar de estos grupos.
Estoy consciente de que no solamente pongo en peligro mi integridad como persona, sino la de las personas que me rodean. Pero como Edward Snowden, no puedo tener esta información en mis manos y no hacerla pública. 

Es mi deber como ciudadana y siento que es mi misión advertirle a otras futuras madres sobre el modus operandi de estas grupos, para que tomen precauciones y estén preparadas. 

Quizás, para ellas no sea demasiado tarde...

El primer grupo cerrado al que me voy a referir, es quizás el más peligroso. 
Me refiero a "La Mafia Natural". 

Este grupo de madres está en contra de cualquier elemento que consideran fuera de la naturaleza. Para ellas un hospital es como el noveno círculo del infierno de Dante y la figura del médico es equivalente a Belcebú. 

Su organización es parecida a la de una secta y entre sus dogmas de fe se encuentran el parto natural, el colecho, la lactancia y el porteo. Desprecian profundamente a las mujeres que han optado por la cesárea y juzgan como egoístas a las madres que por cualquier razón o circunstancia, dan biberón y/o fórmula a sus hijos. 

Esta organización es implacable y cuestiona la utilización de la mayoría de los objetos que forman parte de la vida moderna. 

La televisión, la cuna, el corral, la andadera, el chupón, entre muchos otros, son considerados elementos tóxicos y nocivos para el crecimiento natural de un infante. Consideran que la madre debe ser una teta gigante al servicio del niño y que todo el mundo debe girar en torno a esa nueva vida. 

Doy un salto. Un libro de mi oficina acaba de caer al piso sin razón aparente. Sé que me observan. Siento su presencia. Percibo el crujir de su ropa hecha de tejidos naturales. Huelo sus jabones orgánicos. Tengo miedo. No sé si deba seguir escribiendo esto. Quizás no he considerado de manera realista las represalias que este grupo pueda volcar sobre mí o sobre mi familia. Mi corazón late rápidamente. 

Pero paso saliva. Toco mi estómago y respiro hondo. Debo hacerlo. 

Debo hacerlo por mi hijo. Debo hacerlo por él y por todos los niños a los cuales les prohíben ver televisión los primeros dos años de su vida. Debo hacerlo por todos esos chiquitines a los cuales se les niega el derecho a utilizar juguetes comerciales y deben conformarse a utilizar pedazos de tela y piedritas. Debo hacerlo por los cientos de niños que no escuchan mimos y palabras chiqueadas; sino argumentos en voz pausada dirigidos para adultos incluso en las actividades más cotidianas: "Hola Pedro, en este momento me dispongo a cambiar tu pañal ya que te has cagado. Cagar es una actividad perfectamente natural, no debes avergonzarte". 

Pensarán que soy igual de intolerante ante estos grupos y ante su postura frente a la maternidad. No podrían estar más lejos de la realidad. He intentado conversar con estos grupos, conciliar puntos de vista, pero no hay forma: estás con ellas, o estás en su contra. 

¿Fue necesario realizarte una cesárea? Seguramente el Doctor era flojo y además quería cobrarte más. ¿No pudiste amamantar? Que no te baje la leche, el pezón volteado y la leche agria son solamente leyendas urbanas. ¿Se te ocurrió darle biberón al mismo tiempo que la teta? ¡Eso es una aberración! El niño se va a confundir y jamás querrá la teta de nuevo. ¿Utilizas cuna? Eso es como meterlo en una cárcel desde la infancia. 

Al estar embarazada tienes muchas preguntas, miedos y dudas. Lamentablemente, este grupo, en lugar de tranquilizarme, me ha hecho asustarme más. 

Pero no se equivoquen, esta no es la única Mafia de Madres que existe...






jueves, 3 de diciembre de 2015

Semana 12. Everyone is boring

Una de las cosas que se reduce al estar embarazada es tu vida social.
Como por arte de magia, todos tus amigos solteros o sin hijos, comienzan a verte como una especie de paria, como una persona que ha decidido abandonar su club de la peor manera posible. 

Te miran la panza con una especie de asco o lástima. Suspiran resignados asumiendo que tu vida se terminó. Dejan de escribirte mensajes o mandarte invitaciones. Te has convertido en un traidor. 

Tú quieres explicarles que sigues siendo la misma, tú te sigues sintiendo igual; pero ya no hay vuelta atrás. Desde el minuto que hiciste público tu diagnóstico hay una actividad muy importante que ya no puedes realizar con ellos: tomar. 

Dejar de tomar alcohol es sin duda lo más difícil de estar embarazada; y no es que yo tomara todos los días, o estuviera de fiesta cada fin de semana. 

No. Lo más difícil de dejar de tomar alcohol es que todo el mundo se vuelve aburrido. 

Recuerdo con nostalgia esas noches cuando de pronto miraba el reloj y decía: "No puedo creer que ya son las 2:00 am, que rápido se me pasó el tiempo". Ahora sucede lo contrario. Miro el reloj y me sorprendo al ver que apenas son las 10:15 pm y ya quiero darme un tiro de lo aburrida que estoy. Conclusión: tus amigos son proporcionalmente divertidos a la cantidad de alcohol que has ingerido esa noche. Todas esas conversaciones que te parecían brillantes, todas esas bromas que te parecieron divertidísimas, nunca existieron: todas y cada una de ellas fueron producto del alcohol. 

¿Qué hacer? Ya no sabes a que grupo perteneces. Te sientes perdida.Y entonces, en un intento desesperado, decides acercarte a un grupo que siempre te provocó urticaria: el grupo de mamás. 

Que poco preparada estaba yo para adentrarme en las profundidades de esta tribu urbana. 
Ni mis experiencias previas con hippies, emos, cooperantes, mirreyes, artistas y emprendedores me prepararon para los dogmas de fe que conforman estas sectas. Porque a diferencia de lo que pudiera pensarse, no es un solo grupo de mamás. No. Estos grupos son diferentes y opuestos entre si. Estos grupos están dispuestos a despedazarse con tal de tener la razón. Estos grupos son más cerrados que la mafia rusa. Pero esta información clasificada es tan abrumadora, que merece una entrada aparte. 

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Semana 8. Lady, your TV is broken


Después del shock inicial, Jorge y yo decidimos tomar la noticia con cautela, no sabíamos si al final este embarazo inesperado "iba a pegar". 

Lo primero fue visitar a la ginecóloga, la misma que me había dicho que necesitaba una operación si en algún momento quería embarazarme. Le pregunté si habría algún tipo de indemnización de su parte o algo por el estilo. Ella se río, pensando que estaba bromeando. Al ver mi semblante serio, me miró y con voz pausada me dijo: Esto es un milagro. 
Yo soy atea y no creo en milagros, pero la frase de Santo Tomás "hasta no ver no creer" se ajustaba perfectamente a lo que estaba sintiendo, es decir: nada. 

Ni vómitos, ni mareos, ni antojos. Nada. 

Yo necesitaba una prueba, además de los exámenes de sangre de rigor, de que dentro de mí estaba creciendo algo, por lo que mi tía, la cual es Radióloga, se ofreció a realizarme un ultrasonido.

A la cita acudió Jorge, mi mamá, mi prima, la cual también es Doctora y obviamente yo, quien acostada y con el estómago embadurnado con un gel tibio, esperaba una prueba fehaciente de mi nuevo estado. 

De pronto, mi mama comenzó a llorar, mi prima dio un grito, y mi tía sonreía mientras todas miraban entusiasmadas una pantalla sobre la pared. Todo era algarabía y celebración a mi alrededor, mientras yo buscaba la mirada de Jorge, totalmente confundida. ¿Acaso todo el mundo se había vuelto loco? ¿Era esto una especia de complot? 

La pantalla mostraba una imagen gris, una especie de nieve como cuando la señal se va. Evidentemente, la televisión estaba descompuesta. ¿Por qué nadie podía verlo? 

O las mujeres de mi familia habían tomado una droga antes de entrar a la habitación o yo estaba de vuelta en la secundaria, cuando mis compañeras concentraban su atención en un punto fijo para ver surgir la imagen escondida en esos calendarios noventeros 3D. Todas podían ver al león o al oso cobrar vida, todas, excepto yo. 

¿No vas a llorar? decía mi prima. ¡Esto lo mandó tu abuela del cielo! gritaba mi madre entre sollozos. ¿Estás emocionada? me preguntó mi tía. Jorge me dirigió una mirada de complicidad, sabiendo perfectamente lo que estaba pensando. Me tomó de la mano y comprendiendo que mi honestidad iba a romperles el corazón, salió a mi rescate: ¡Si, está tan emocionada que ni siquiera puede hablar! 

Yo sonreí, de la manera más natural que pude y el matriarcado pronunció un prolongado ¡Ahhhhhh! de ternura. 

Comprendí que de ahora en adelante, todo gesto y palabra que dijera, toda frase y paso que diera, iba a estar embadurnado del halo angelical de la maternidad. 

Pero nada, ni nadie, me había preparado para lo que vendría en las semanas siguientes...


miércoles, 4 de noviembre de 2015

Semana 3. El buen humor

Extrañamente, estaba de muy buen humor.

Esa fue la primer señal de que algo andaba mal.

Se suponía que la regla me vendría en un par de días y hasta ese momento yo no había realizado ninguna de las acciones que cada mes se repiten como un ritual:

1. Enojarme con Jorge ante la menor provocación.
2. Llorar por cualquier acontecimiento inesperado, como puede ser no encontrar mi yogurt favorito en el supermercado o descubrir que mi perro tiene una garrapata.
3. Salir de la casa despavorida - con portazo de puerta incluido - afirmando que no estoy hecha para las relaciones de pareja.

No. Mi humor era excelente. Estaba tan de buenas que Jorge y yo decidimos ir al cine a ver la película francesa "Edén". Ese nombre debió haberme dado alguna pista: Libro del Génesis, Jardín de la Creación. Pero no, yo estaba muy distraída disfrutando la música de Daft Punk en el cine, por lo que no me di cuenta de los mensajes cósmicos.

Pero al salir, me percaté de que no sólo había disfrutado la película enormemente, sino que además no le había gritado a nadie en la sala por utilizar su smart phone. Algo andaba muy mal.

Le dije a Jorge que necesitábamos parar en la Farmacia más cercana. Bajé y compré la prueba de embarazo más cara.

De regreso a casa, Jorge me dijo que para que había gastado mi dinero, la ginecóloga había sido muy clara: a menos que me sometiera a una intervención quirúrgica, el embarazo estaba fuera de nuestras posibilidades.

Después de haber vivido en cinco países diferentes durante los últimos diez años, la idea de ser una pareja sin hijos parecía gustarnos. Ser los tíos cool que te llevan a conciertos no sonaba nada mal.

Entré al baño y gracias a la coca cola que me tomé en el cine no tuve ningún problema en orinar en la prueba de $280 pesos.

Esperé el tiempo que la caja indicaba, y entonces apareció un nítido mensaje: embarazada +3.

Salí corriendo del baño. Gritaba sin parar: ¡No manches, no manches, no manches! Me refugié en un rincón de la sala sin dejar de repetir la misma frase. Jorge había salido a fumar, completamente seguro de que la prueba saldría negativa. Al entrar y verme en ese estado, se dirigió al baño. Segundos después salió gritando: ¡No manches, no manches!, al igual que yo, pero él intercalaba esto último con la frase: ¡Pinchi Lore!. Se refugió en el otro rincón de la sala. Así permanecimos por largo rato, mientras Puno, nuestro perro, nos miraba sin interés.

Cuando nos calmamos, Jorge pronunció solemnemente: Hay que ir al doctor. Nos miramos y nos sentamos en el sillón, cada uno al lado de nuestro perro, quien suspiró y cerró los ojos.

Eso fue hace 16 semanas.




lunes, 3 de agosto de 2015

Odio los números


Nunca fui buena para las matemáticas.
Ni para las cuentas.
Los números eran algo frío y lejano para mi. Algo que no entendía bien y que me hacían perder el tiempo, tiempo preciado que quería aprovechar leyendo mis libros.

El día de hoy, odio los números aún más. Porque en México, hay cifras que han adquirido significado, y esos números fríos se convirtieron en cantidades dolorosas, imágenes de la impunidad que te dejan la boca seca y el estómago revuelto. Los números cobraron vida a través de la muerte.

Nos faltan 43. 
49 niños ABC.
22, 610 desaparecidos.

Y el día de hoy, Justicia para los 5.

Yo ya no quiero seguir contando.

Quiero volver a la inocencia de mis cuentos. Quiero ser capaz de olvidar los números. Pero es imposible. Los números son más poderosos que las letras. El número con sangre entra.



sábado, 25 de julio de 2015

La Intensa

“No seas intensa”. “Ya sabes cómo es acá”. “Ya no te enojes, mejor tómalo a broma”. “Aquí no es Nueva York”.
Esas son frases que he escuchado desde que regresé hace un mes y cinco días después de haber vivido dos años fuera de Guadalajara. 
Y estoy segura que las personas que me las dicen lo hacen con la mejor intención.
Pero creo que si en la historia de la humanidad no hubiéramos cuestionado lo establecido, si nos hubiéramos conformado con el estado de las cosas, muy probablemente las mujeres seguiríamos recogiendo frutos y los hombres cazando bisontes.
Está bien enojarse y pensar que las cosas podrían ser diferentes. En una época las mujeres no teníamos derecho al voto. En una época era impensable que las mujeres estudiaran una carrera o que tan siquiera pensaran en trabajar fuera del hogar. Hace no tantos años los matrimonios interraciales estaban prohibidos. Y el día de hoy en Guadalajara se celebra una marcha supuestamente a favor de los niños, no siendo otra cosa más que una marcha en contra de las uniones diversas organizada por un grupo de personas que promueve el odio y la discriminación.
No tengamos miedo de ser “intensos”.  
Y no me refiero a la intensidad solamente en redes sociales sino en nuestras conversaciones diarias con amigos y familiares. La sensibilización comienza en casa y cada acción cuenta.
Si mi amigo utiliza expresiones homofóbicas, racistas o clasistas, está bien hacérselo saber.
En una ciudad como Guadalajara, muy probablemente y para ser honesta,  te quedes sin el amigo.
Pero en el fondo ¿quién quiere tener un amigo homofóbico, racista y clasista? Yo no.