Puedo escribir estas líneas porque mi hijo Matías, de casi dos meses, por fin se quedó dormido.
Ayer cuando daba pecho a las 4 de la mañana, ¿o era ya más bien hoy? No estoy muy segura. Desde hace casi dos meses he perdido un poco la noción de los días y las horas.
Pues bien, a las 4 de la mañana de algún día, pensaba en una amiga que está embarazada, y en qué cosas le podría decir que me hubiera gustado que me dijeran a mí.
Y la verdad, me hubiera gustado que me dijeran que la maternidad es dura, muy dura.
No tiene nada que ver con el amor que sientes por tu hijo, no significa que no lo quieres; pero me parece increíble que muy pocas personas te hablen con la verdad.
Ni siquiera en los blogs en español hablan con honestidad. Solamente he encontrado algunas cuantas páginas inglesas y australianas hablan con la verdad. Y algunas españolas, las cuales se atreven a decir: "Joder, pero que duro es esto"
Porque al leer los blogs de maternidad y lactancia de América Latina, lo único que consigo es sentirme mal porque los hijos son ángeles caídos del cielo y nadie se queja. Todo en la maternidad es una bendición y un regalo de dios. Todo es un mensaje de la creación. Es más, buscando un tutorial para aprender a amarrarme un fular, solamente encontré videos del tipo: "Amarra el lado derecho siguiendo la rosa de los vientos, haz un doble nudo siguiendo las enseñanzas de nuestros antepasados prehispánicos. Envuelve a tu hijo con la energía de la madre tierra" Y yo me quedo pensando: ¡Bitch, dime cómo hacer el nudo y ya!
Yo tuve la suerte de tener la orientación de doula maravillosa y contar con el apoyo de las mujeres de mi curso psicoprofiláctico, las cuales si son mujeres reales. Mujeres que lloran, se quejan, se desesperan y de pronto dicen: "No puedo más".
Además, tengo una amiga/asesora de lactancia, la cual me dio el mejor consejo que pude haber recibido: "Recuerda que todo es temporal. Va a pasar". Y tenía razón. Porque después de tener noches en las que me despertaba cada dos horas, ahora puedo dormir cinco horas seguidas. Porque el día que pude salir al parque con Matías en el fular, me sentí libre. Porque el día que me dejó de doler la herida de la cesárea, sentí que todo era más fácil.
Porque cada día es una prueba. Y lo que me gustaría decirle a mi amiga embarazada, es que no le va a resultar fácil, y que eso está bien. Porque todas esas personas que dicen: "A mí todo me ha parecido un lecho de rosas" están mintiendo y necesitan terapia.
Porque primero está el parto. Yo pujé y pujé, y dilaté, y quería parto en agua y al final terminé en cesárea, y las miradas de reproche de las madres que tuvieron a sus hijos por parto natural no se hicieron esperar. Después viene la amamantada y todo el mundo piensa que es como en esas películas de Hallmark, la madre con una bata de seda impecable, con la mirada en el retoño, y el niño comiendo plácidamente.
No, no hay nada más lejos de eso.
Porque yo tuve suerte y nunca me dolió amamantar. Pero a muchas mujeres que conozco, mujeres que están convencidas que es bueno alimentar a tu hijo con leche materna, muchas de ellas sufrieron. Pezones sangrantes, bebés que no paran de llorar, dolor de espalda, etc. ¿Y quién soy yo para juzgarlas? Nadie. Porque si algo le quisiera decir a a mi amiga embarazada, es que esté preparada porque nunca en su vida se va a sentir tan juzgada como en el papel de madre, y lo que es peor, se verá juzgada en su mayoría por otras mujeres.
¿Hasta cuándo le piensas dar pecho? ¿Lo vas a meter tan chiquito a la guardería? ¿Todavía duerme con ustedes? ¿No crees que debería ir acostumbrándose a su cuna? ¿Otra vez quiere comer, no crees que deberías dejarlo llorar?
En fin, yo prefiero la verdad. Y para mí, la verdad es que tener un hijo es una experiencia maravillosamente agotadora e intensa. Y que me queje y diga las cosas como son, no me hace menos madre, ni menos mujer, ni me hace querer menos a mi hijo.
Algunas amigas fueron honestas y les estoy eternamente agradecida. Amigas que fueron valientes para decir en voz alta: "A mí la depresión postparto se me quitó el día que volví a trabajar". Amigas que aman a sus hijas pero que dicen: "Yo no volvería a tener otro". Y todas ellas son madres que tuvieron parto humanizado y amamantaron por más de dos años.
Así que ya es tiempo de quitarnos la culpa. Y aprender a decir en voz alta: amo profundamente a mi hijo pero a veces estoy inmensamente agotada. Amo a mi hijo pero también soy una persona, no solamente soy madre.