lunes, 9 de mayo de 2016

Puerperio o mi repentina obsesión con Anne Hathaway

Matías nació el 25 de marzo del 2016.
Un día después de que naciera Jonathan Rosebanks Shulman, el hijo de Anne Hathaway. 

El puerperio puede ser una etapa  muy extraña, llena de intensos cambios hormonales, subidas y bajadas de humor tan repentinos, que incluso puedes llegar a pensar que estás... loca. 

Y es que no es para menos, la situación ES como para volverse loca.
Imaginen llevar días sin haber dormido más de dos horas consecutivas, tener los pies hinchados parecidos a los de un hobbit, el camisón mojado a causa del calostro que les chorrea, verse forzados a usar pañales de adulto ya que las toallas femeninas no alcanzan a contener el flujo postparto, mirarse frente al espejo y observar un estómago tan excesivamente inflamado, que llegan a dudar si es que el doctor no se habría olvidado de sacarles un segundo bebé de la panza. 

Al amamantar a mi hijo a las cuatro de la mañana, un pensamiento se instaló en mi cabeza. No sé si surgió después de haberme perdido en los ojos negros del Señor Cara de Papa o si me hipnotizaron las figuras del movil de la cuna, pero en ese momento, una idea obsesiva se apoderó de mí. La idea de que Anne Hathaway estaba pasando por lo mismo que yo en ese preciso instante. Al haber parido con tan sólo un día de diferencia, ella y yo estábamos conectadas de una extraña manera. 

Cuando Matías hizo una diarrea tan explosiva que el pecho me quedó cubierto de meconio, no podía evitar pensar ¿a ella también le habrá ocurrido lo mismo? Al cambiarle el trajecito por cuarta vez en un lapso de dos horas ya que se había orinado de pies a cabeza, imaginaba si ella tendría un asistente que le eligiera la ropa del bebé. Cuando Matías se llenó de ronchas sin razón aparente y me puse a googlear en BabyCenter a las doce de la noche, reflexioné: Seguramente Anne no tiene que hacer esto. Ella debe tener una enfermera disponible las 24 horas. Cuando me bajó la leche, los pechos se me pusieron calientes y tan duros como dos balones de futból. La única cosa que logró desinflamarlos y calmar el dolor fueron las hojas de col. Así que mientras me miraba al espejo, semidesnuda, con las hojas moradas tapándome los pezones, imaginaba si es que Anne habría mandando a su marido a comprar una col de emergencia a Trader Joe´s, como yo había mandado al mío a comprar a Superama. 

Pero ¿por qué esta obsesión con ella? No es ni de lejos una de mis actrices favoritas y la única vez que la vi fue en el parque de Green Point, cerca de mi casa en Brooklyn. Paseaba a mi perro y de pronto vi una chica muy linda, sin una gota de maquillaje, la cual también paseaba a su perro. Al pasar a mi lado, me di cuenta de que era la famosa actriz. Obviamente, a la más pura usanza neoyorkina, fingí no estar sorprendida y seguí caminando de frente. Obviamente, al instante que la perdí de vista, le llamé a una amiga para platicarle mi encuentro. 

Así que la única explicación que me queda, es que el puerperio es una etapa extraña. Y que por lo menos no me obsesioné con Andrea Legarreta o Ninel Conde. 

¿Cómo terminó mi obsesión? De manera muy simple. Un día el baby blues se apoderó de mí. Lloraba sin sentido, me sentía exhausta y pensaba que no era justo que Anne tuviera tanta ayuda, incluso un chef especializado en dieta postparto. L único que me hizo sentir bien fue una serie de videos de YouTube que me puso mi marido donde la gente se cae de las maneras más estúpidas. La desgracia ajena siempre causa consuelo. 

Y al otro día, amanecí mejor. Y en mi teléfono, vi una nota de "la primer aparición pública de Anne Hathaway después del nacimiento de su hijo". 
No estaba en NY sino en Los Ángeles. Y se veía regia. Descansada. Bañada. Bien comida. Vistiendo un jumpsuit de diseñador. 

Y me di cuenta de que ella y yo no teníamos nada en común. Es distinto ser una madre real a una madre de revista. Y es que cada día tiene un nuevo reto, y cuando crees que ya tienes todo dominado, aparece uno nuevo que te mueve todo el panorama. 
Pero  cada día, también tiene pequeños logros, como el del día de hoy, que por fin pude tener unos minutos para escribir mi blog.

¿Y el parto? bueno, eso amerita otra entrada y un lector con buen estómago para ser capaz de leerla. 



3 comentarios:

Unknown dijo...

Justo hace unos días me obsesioné con Anne Hathaway también ya que me enteré que su hijo también se llama Jonathan. Una idea absurda pero que me causo mucha gracia; mi mayor sueño es ser diseñador de imagen para actores y actrices y, al saber que ella, que si es una de mis actrices favoritas (BTW) llamó a su hijo Jonathan, me provocó ese ánimo extraño y delicioso de tener una coincidencia iluminadora sobre mi futuro... Es absurdo, lo sé, pero son esas cosas que despejan las nubes ante las adversidades.

Lorena Padilla dijo...

Ay Jonathan que bueno que no soy la única con estas obsesiones.
Un beso grande para ti y gracias por leer :)

Unknown dijo...

Me encantó! Jajaja
Un beso!