Matías nació
el 25 de marzo del 2016.
Un día después
de que naciera Jonathan Rosebanks Shulman, el hijo de Anne
Hathaway.
El puerperio puede ser una etapa muy extraña, llena de
intensos cambios hormonales, subidas y bajadas de humor tan repentinos,
que incluso puedes llegar a pensar que estás... loca.
Y es que no es para menos, la situación ES como para volverse loca.
Imaginen llevar días sin haber dormido más de dos horas consecutivas,
tener los pies hinchados parecidos a los de un hobbit, el camisón mojado a
causa del calostro que les chorrea, verse forzados a usar pañales de adulto ya
que las toallas femeninas no alcanzan a contener el flujo postparto, mirarse
frente al espejo y observar un estómago tan excesivamente inflamado, que llegan
a dudar si es que el doctor no se habría olvidado de sacarles un segundo bebé
de la panza.
Al amamantar a mi hijo a las cuatro de la mañana, un pensamiento se
instaló en mi cabeza. No sé si surgió después de haberme perdido en los ojos
negros del Señor Cara de Papa o si me hipnotizaron las figuras del movil de la
cuna, pero en ese momento, una idea obsesiva se apoderó de mí. La idea de
que Anne Hathaway estaba pasando por lo mismo que yo en ese preciso instante.
Al haber parido con tan sólo un día de diferencia, ella y yo estábamos
conectadas de una extraña manera.
Cuando Matías hizo una diarrea tan explosiva que el pecho me quedó
cubierto de meconio, no podía evitar pensar ¿a ella también le habrá ocurrido
lo mismo? Al cambiarle el trajecito por cuarta vez en un lapso de dos horas ya
que se había orinado de pies a cabeza, imaginaba si ella tendría un asistente
que le eligiera la ropa del bebé. Cuando Matías se llenó de ronchas sin razón
aparente y me puse a googlear en BabyCenter a las doce de la noche, reflexioné:
Seguramente Anne no tiene que hacer esto. Ella debe tener una enfermera
disponible las 24 horas. Cuando me bajó la leche, los pechos se me pusieron
calientes y tan duros como dos balones de futból. La única cosa que logró
desinflamarlos y calmar el dolor fueron las hojas de col. Así que mientras me
miraba al espejo, semidesnuda, con las hojas moradas tapándome los pezones,
imaginaba si es que Anne habría mandando a su marido a comprar una col de
emergencia a Trader Joe´s, como yo había mandado al mío a comprar a
Superama.
Pero ¿por qué esta obsesión con ella? No es ni de lejos una de mis
actrices favoritas y la única vez que la vi fue en el parque de Green Point,
cerca de mi casa en Brooklyn. Paseaba a mi perro y de pronto vi una chica muy
linda, sin una gota de maquillaje, la cual también paseaba a su perro. Al pasar
a mi lado, me di cuenta de que era la famosa actriz. Obviamente, a la más pura
usanza neoyorkina, fingí no estar sorprendida y seguí caminando de frente.
Obviamente, al instante que la perdí de vista, le llamé a una amiga para
platicarle mi encuentro.
Así que la única explicación que me queda, es que el puerperio es una
etapa extraña. Y que por lo menos no me obsesioné con Andrea Legarreta o Ninel
Conde.
¿Cómo terminó mi obsesión? De manera muy simple. Un día el baby blues se
apoderó de mí. Lloraba sin sentido, me sentía exhausta y pensaba que no era
justo que Anne tuviera tanta ayuda, incluso un chef especializado en dieta
postparto. L único que me hizo sentir bien fue una serie de videos de YouTube
que me puso mi marido donde la gente se cae de las maneras más estúpidas.
La desgracia ajena siempre causa consuelo.
Y al otro día, amanecí mejor. Y en mi teléfono, vi una nota de "la
primer aparición pública de Anne Hathaway después del nacimiento de su
hijo".
No estaba en NY sino en Los Ángeles. Y se veía regia. Descansada.
Bañada. Bien comida. Vistiendo un jumpsuit de diseñador.
Y me di cuenta de que ella y yo no teníamos nada en común. Es distinto
ser una madre real a una madre de revista. Y es que cada día tiene un nuevo
reto, y cuando crees que ya tienes todo dominado, aparece uno nuevo que te
mueve todo el panorama.
Pero cada día, también tiene pequeños logros, como el del día de
hoy, que por fin pude tener unos minutos para escribir mi blog.
¿Y el parto? bueno, eso amerita otra entrada y un lector con buen
estómago para ser capaz de leerla.
3 comentarios:
Justo hace unos días me obsesioné con Anne Hathaway también ya que me enteré que su hijo también se llama Jonathan. Una idea absurda pero que me causo mucha gracia; mi mayor sueño es ser diseñador de imagen para actores y actrices y, al saber que ella, que si es una de mis actrices favoritas (BTW) llamó a su hijo Jonathan, me provocó ese ánimo extraño y delicioso de tener una coincidencia iluminadora sobre mi futuro... Es absurdo, lo sé, pero son esas cosas que despejan las nubes ante las adversidades.
Ay Jonathan que bueno que no soy la única con estas obsesiones.
Un beso grande para ti y gracias por leer :)
Me encantó! Jajaja
Un beso!
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