miércoles, 3 de diciembre de 2008

Wachimán


No, no es una palabra quechua, aunque podría parecerlo.

Tampoco es una fruta exótica de la selva, y mucho menos un platillo serrano. Les daré más pistas. En Lima es muy común encontrar más de uno en cada cuadra, sobre todo en los barrios de Miraflores y San Isidro. No, tampoco es un árbol. ¿Se rinden? ¿No? muy bien, me gusta esa actitud. Otra pista. Hacen ruido cuando pasas. No, no es un insecto. Ya me cansé.


Wachimán, viene de la unión de dos palabras en inglés watch: ver y man: hombre.

Por lo que si las unimos, obtenemos el fabuloso peruanismo de wachimán.


Desde que mi perro Puno aprendió a hacer sus ya no tan pequeñas necesidades fuera de la casa, nuestra hora de levantarnos se ha modificado considerablemente. Da igual que estes desvelado o que te hayas acostado hace apenas una hora. Cuando a Puno le llegan las ganas, le llegan, y comienza a ladrar y raspar la puerta de nuestra habitación. Así que no hay más remedio que levantarte, ponerte lo primero que encuentres y salir directo al parque. Y en estos paseos es que me he percatado más que nunca de la labor de los wachimanes.


Afuera de cada edificio de departamentos, hay uno. Afuera de cada restaurante, de algunas casas, de cada buffete de abogados, hay un wachimán. Algunos están uniformados elegantemente, sobre todo los de esos edificios nuevos, blancos y minimalistas. Incluso tienen una especie de mostrador de madera. Otros están sentados afuera, en una sillita de plástico, enfundados en una chamarra y con la gorra casi tapándoles los ojos. Algunos están en una especie de cápsula de lo más extraña. Parece una cabina telefónica hecha de madera, con una ventanita. Y desde ahí, miran, observan y cuidan. ¿Qué que cuidan? Pues las pertenencias de los ricos. Miran quien entra y sale del edificio, les abren la puerta, no las rejas de las cocheras porque todas son eléctricas. Dicen : Buenas tardes señorita y la mayoría del tiempo bostezan.

Si, bostezan mucho porque realmente en estos dos barrios no hay mucho que cuidar. Las camionetas de policía pasan cada minuto, y después de ellos pasan los del "serenazgo" en motocicleta. (Los del serenazgo son otros que cuidan el barrio) . Y ya que pasaron los de las motocicletas pasan los de las bicicletas, que también son de seguridad.

Osea que al final del día, los pobres wachimanes se la pasan dando cabeceaditas, o cuando les va bien, se ponen a lavar los coches, y ahí si que se despiertan. Bueno, también cuando paso caminando con Puno, porque ah, como son buenos para piropear esos wachimanes.

Claro, no tanto como los taxistas. El otro día uno de plano se paro y me gritó : Caaaaaaaaaarrrrne para los loboooooooooooooooosssss.


Pero sigamos cons los wachimanes. La verdad es que me dan un poquito de pena. Yo se que es un trabajo honrado, y que con la crisis mundial como está, es muy bueno que tengan un ingreso seguro. Pero me da la sensación de que simplemente ven la vida pasar. Mientras yo voy, paso, salgo, regreso, vuelvo a salir, ellos siguen ahí. Y da igual que llueva, salga el sol, o que la neblina cubra la ciudad. Ellos siempre están ahí. Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo. Días hábiles y feriados. Mañana, tarde y noche. Los patrones van a Miami y regresan, a Nueva York y regresan, a las playas de Asia y regresan. Y ellos siguen ahí, cabeceando, envueltos en un profundo sopor ...


Pasaré la Navidad y el Año Nuevo en Cuzco. Y quisiera que cuando regresé, no hubiera ningún wachimán viendo la vida pasar. Pero se que cuando vuelva, seguirán ahí, esperándome, con su tan aprendido : Buenas tardes, señorita.

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