miércoles, 9 de diciembre de 2015

Semana 13. Las Mafias de Mamás. Parte I

Estoy consciente de que me arriesgo al hablar de estos grupos.
Estoy consciente de que no solamente pongo en peligro mi integridad como persona, sino la de las personas que me rodean. Pero como Edward Snowden, no puedo tener esta información en mis manos y no hacerla pública. 

Es mi deber como ciudadana y siento que es mi misión advertirle a otras futuras madres sobre el modus operandi de estas grupos, para que tomen precauciones y estén preparadas. 

Quizás, para ellas no sea demasiado tarde...

El primer grupo cerrado al que me voy a referir, es quizás el más peligroso. 
Me refiero a "La Mafia Natural". 

Este grupo de madres está en contra de cualquier elemento que consideran fuera de la naturaleza. Para ellas un hospital es como el noveno círculo del infierno de Dante y la figura del médico es equivalente a Belcebú. 

Su organización es parecida a la de una secta y entre sus dogmas de fe se encuentran el parto natural, el colecho, la lactancia y el porteo. Desprecian profundamente a las mujeres que han optado por la cesárea y juzgan como egoístas a las madres que por cualquier razón o circunstancia, dan biberón y/o fórmula a sus hijos. 

Esta organización es implacable y cuestiona la utilización de la mayoría de los objetos que forman parte de la vida moderna. 

La televisión, la cuna, el corral, la andadera, el chupón, entre muchos otros, son considerados elementos tóxicos y nocivos para el crecimiento natural de un infante. Consideran que la madre debe ser una teta gigante al servicio del niño y que todo el mundo debe girar en torno a esa nueva vida. 

Doy un salto. Un libro de mi oficina acaba de caer al piso sin razón aparente. Sé que me observan. Siento su presencia. Percibo el crujir de su ropa hecha de tejidos naturales. Huelo sus jabones orgánicos. Tengo miedo. No sé si deba seguir escribiendo esto. Quizás no he considerado de manera realista las represalias que este grupo pueda volcar sobre mí o sobre mi familia. Mi corazón late rápidamente. 

Pero paso saliva. Toco mi estómago y respiro hondo. Debo hacerlo. 

Debo hacerlo por mi hijo. Debo hacerlo por él y por todos los niños a los cuales les prohíben ver televisión los primeros dos años de su vida. Debo hacerlo por todos esos chiquitines a los cuales se les niega el derecho a utilizar juguetes comerciales y deben conformarse a utilizar pedazos de tela y piedritas. Debo hacerlo por los cientos de niños que no escuchan mimos y palabras chiqueadas; sino argumentos en voz pausada dirigidos para adultos incluso en las actividades más cotidianas: "Hola Pedro, en este momento me dispongo a cambiar tu pañal ya que te has cagado. Cagar es una actividad perfectamente natural, no debes avergonzarte". 

Pensarán que soy igual de intolerante ante estos grupos y ante su postura frente a la maternidad. No podrían estar más lejos de la realidad. He intentado conversar con estos grupos, conciliar puntos de vista, pero no hay forma: estás con ellas, o estás en su contra. 

¿Fue necesario realizarte una cesárea? Seguramente el Doctor era flojo y además quería cobrarte más. ¿No pudiste amamantar? Que no te baje la leche, el pezón volteado y la leche agria son solamente leyendas urbanas. ¿Se te ocurrió darle biberón al mismo tiempo que la teta? ¡Eso es una aberración! El niño se va a confundir y jamás querrá la teta de nuevo. ¿Utilizas cuna? Eso es como meterlo en una cárcel desde la infancia. 

Al estar embarazada tienes muchas preguntas, miedos y dudas. Lamentablemente, este grupo, en lugar de tranquilizarme, me ha hecho asustarme más. 

Pero no se equivoquen, esta no es la única Mafia de Madres que existe...






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