“No seas intensa”. “Ya sabes cómo es acá”. “Ya no te enojes,
mejor tómalo a broma”. “Aquí no es Nueva York”.
Esas son frases que he escuchado desde que regresé hace un
mes y cinco días después de haber vivido dos años fuera de Guadalajara.
Y estoy
segura que las personas que me las dicen lo hacen con la mejor intención.
Pero creo que si en la historia de la humanidad no
hubiéramos cuestionado lo establecido, si nos hubiéramos conformado con el
estado de las cosas, muy probablemente las mujeres seguiríamos recogiendo
frutos y los hombres cazando bisontes.
Está bien enojarse y pensar que las cosas podrían ser
diferentes. En una época las mujeres no teníamos derecho al voto. En una época
era impensable que las mujeres estudiaran una carrera o que tan siquiera
pensaran en trabajar fuera del hogar. Hace no tantos años los matrimonios
interraciales estaban prohibidos. Y el día de hoy en Guadalajara se celebra una
marcha supuestamente a favor de los niños, no siendo otra cosa más que una
marcha en contra de las uniones diversas organizada por un grupo de personas
que promueve el odio y la discriminación.
No tengamos miedo de ser “intensos”.
Y no me refiero a la intensidad solamente en redes sociales
sino en nuestras conversaciones diarias con amigos y familiares. La sensibilización
comienza en casa y cada acción cuenta.
Si mi amigo utiliza expresiones homofóbicas, racistas o clasistas,
está bien hacérselo saber.
En una ciudad como Guadalajara, muy probablemente y para ser
honesta, te quedes sin el amigo.
Pero en el fondo ¿quién quiere tener un amigo
homofóbico, racista y clasista? Yo no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario